
Interior del Conservatorio de Música de Sevilla
Lorena M. RODRÍGUEZ
Hoy en día, existe una amplia oferta académica en las universidades y centros de formación profesional, con el cometido de formar de manera específica a los estudiantes. Esto permite a los alumnos tener un catálogo completo de oportunidades para encaminar su futuro profesional hacia el sector con el que sientan identificados.
Dentro de esta oferta universitaria hay una disciplina que no forma parte del listado: la música. Los jóvenes que deciden dedicarse profesionalmente a esta carrera deben hacerlo estudiando en el Conservatorio Superior, al que se accede tras una prueba de acceso distinta a la selectividad. Esta es una de las distinciones académicas de unos estudios que exigen un gran esfuerzo y dedicación.
“Es una formación dura como para que no esté considerada o catalogada como una carrera”, argumenta María Sánchez, estudiante de piano y composición en el Conservatorio Superior de Sevilla. Para ella, la música ha estado presente en su vida desde el primer momento. Dedicarse profesionalmente a la música no fue una decisión fácil de asimilar para su familia, “al principio era muy bonito que la niña estudiara piano, pero después que pases de ser médico a pianista es difícil para tu familia”. Aún así, le apoyaron y dos años después se sienten tremendamente orgullosos de su hija quien, además de estudiar, da clases de música a niños en el conservatorio.
Pero toda recompensa requiere su esfuerzo, y la música no es una excepción. Los tres bloques principales de formación, que suelen comenzar a los ocho años, requieren un total de catorce años para completarse, y después se debe cursar un máster para poder acceder a la mayoría de las oposiciones. Durante ese periodo los alumnos deben dedicar bastante tiempo a estudiar y preparar audiciones o pruebas. Para María, “prepararse una prueba de nivel es como unas oposiciones”. Es una carrera que, además de trabajo, requiere también de una gran pasión. Los estudiantes consultados coinciden en que tienen un sentimiento muy fuerte de compromiso con esta carrera, a la que consideran una parte esencial de su vida.
En contra del aparente “miedo a vivir del arte” que existe en España, la situación es distinta en otras partes del mundo. En Latinoamérica, por ejemplo, los estudios de música están considerados como una de las mejores carreras. El concertista Alejandro Alvarado, cubano de nacimiento, cursó en su país natal los niveles elemental y medio de música, y cuando se mudó a España para cursar estudios superiores notó la diferencia, “en España los estudios de música están muy infravalorados, mientras que en Cuba es algo impresionante”.
Al igual que en Latinoamérica, en otros países de Europa los músicos están muy bien considerados. La famosa concertista de piano Patricia Arauzo vivió esta experiencia cuando viajó a Budapest a completar sus estudios, “allí decir que eres músico es como decir aquí que eres cirujano neurológico”. Patricia, que además es profesora, afirma que la música debería estar más presente en la educación de los niños para que se convierta en una actividad cultural más como, por ejemplo, el cine. Aun así, se muestra optimista ante la buena formación de la que disponen las nuevas generaciones de jóvenes.
La música favorece la inteligencia y la memoria
Una prueba de lo que la música representa en la sociedad actual es un anuncio publicitario en el que el protagonista pronuncia la frase: “Papá, quiero dejar los estudios para centrarme en la música”. Los estudiantes consultados coinciden en que el anuncio es del todo inadecuado, y fomenta la idea que muestra a los músicos como personas que no tienen una verdadera carrera.
La música forma parte de nuestra vida, nos ayuda a expresarnos, a relajarnos y a “asentar nuestras ideas”, dice la pianista Patricia Arauzo. Hay estudios, como el realizado por la Universidad de California en 1993, que demuestran que la música favorece el desarrollo personal, la inteligencia y la capacidad de memoria. Por todo ello, por su presencia y tradición histórica, debería ser considerada y consolidada como parte esencial de la cultura y la educación básicas, y animar a todos aquellos que lo deseen a descubrirla en la profundidad que crean conveniente, sin miedo, ya que, como expresa María Sanchez, “la música acoge a todo el mundo”.